Bienvenidos a Trazos de Letras

**Bienvenidos a este rincón del Universo creado para la distraer la mente con lo que sea... Con palabras ajenas, con palabras propias, con comentarios al pasar, con quejas detenidas...Que sea éste, un espacio para el intercambio, un lugar de encuentro con amigos, un café donde escuchar la lluvia caer por la ventana o un hombro en donde poder descanzar la aturdida cabeza conflictuada...No se pide nada a cambio, pasen y vean (o lean); la entrada es libre y gratuita...**


jueves, 26 de marzo de 2009

Secuela Vengativa (Cap. IV y V)



CAPITULO IV
Temprano por la mañana parte hacia Buenos aires en el primer vuelo de Aerolíneas, recorre San Telmo y algo le dice que Aída verdaderamente ha caído enferma... Averigua sobre su paradero... nadie sabe nada de ella en el barrio.
Desesperado por su viejo amor, corre sin dirección en su búsqueda... Vuelve a recordar lugares, olores y la humedad de aquel pasado que nunca hubiese querido volver a recorrer.

Por un momento, como reaccionando, trata de recobrar la cordura y plantearse qué es lo que hace en Buenos Aires, buscando desesperadamente a una vieja puta que frecuentó en su juventud olvidada...
Sabe que del otro lado del mar, una pequeña de trece años y una dulce y bella mujer aguardan su regreso y se siente miserable por estar en aquel inmundo suburbio.
Sin embargo, aquella adicción vuelve a tomarlo por sorpresa y vuelve a envenenarlo del deseo de volver a verla...
Es una locura y lo sabe... Pero volvería una y mil veces a perder la cabeza por ella.
En el último grito desgarrador de dolor acude a La Cantina, donde lamentablemente presiente... sabrán algo de su ser: -no la hemos vuelto a ver desde que contrajo SIDA, ha huido del mundo como una rata y ya no es la que era - advierte el viejo y gordo cantinero baboso que nunca pudo poseerla...
-Esa mina se perdió más de lo que estaba, pero si todavía querés rendir alguna cuenta... Me han dicho que está en el Montes de Oca.


CAPITULO V
Ya no es capaz de salir de paseo por el parque... la enfermedad está en su etapa final... Solo espera la llegada de la maldita muerte que se rehusa a salvarla...

Ya no llora, sus ojos secos no son capaz de derramar una sola gota del líquido que tanto acumuló en aquellos años de ciego orgullo.

Ya no reacciona ante la sensibilidad en sus piernas... cansadas de tanta agresión...

Aída ya no vive... Sólo aún respira... Aunque en lo más profundo de su conciencia sabe que bastaría la presencia de él, para que todo mejorara.

Ella ya no quiere vivir, no quiere luchar, su cuerpo ya no quiere sufrir y prefiere esperar impávida la llegada de su hora.

Los médicos ya no saben qué hacer... La depresión en la que ha caído en la última semana la ha deteriorado hasta llevarla al límite que roza con la muerte. No hay cura, ya no es posible hacer nada, piensan los médicos...Aunque las enfermeras creen que él, Mauricio, él sí puede ayudarla...

martes, 24 de marzo de 2009

"LA MEMORIA"



Los viejos amores que no están,
la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van,
y los que en cualquier guerra se cayeron.


Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.


El engaño y la complicidad
de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final
a las bestias de aquel infierno.


Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.


La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento.


Los desaparecidos que se buscan
con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo.


Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.


Dos mil comerían por un año
con lo que cuesta un minuto militar
Cuántos dejarían de ser esclavos
por el precio de una bomba al mar.


Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.


La memoria pincha hasta sangrar,
a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar
libre como el viento.


Todos los muertos de la A.M.I.A.
y los de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve.


Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.


Fue cuando se callaron las iglesias,
fue cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo.


Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.

La memoria estalla hasta vencer
a los pueblos que la aplastan
y que no la dejan ser
libre como el viento.

La bala a Chico Méndez en Brasil,
150.000 guatemaltecos,
los mineros que enfrentan al fusil,
represión estudiantil en México

Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia.

América con almas destruidas,
los chicos que mata el escuadrón,
suplicio de Mugica por las villas,
dignidad de Rodolfo Walsh.
Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia.
La memoria apunta hasta matar
a los pueblos que la callan
y no la dejan volar
libre como el viento.

León Gieco.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Secuela Vengativa (Cap. III)



CAPITULO III
Con el tiempo ha perdido el resentimiento, el ensañamiento que tuvo en un principio, ahora nada le queda, ni nadie... sus tardes, recortadas todas por la misma mano y con el mismo molde, pasan incesantes, para dejar en su boca un gusto agrio de soledad.En su cabeza ya no quedan sueños ni anhelos más que la llegada de aquel glorificante viernes cuando él aparece triunfante deslisándose sobre las delgadas baldosas rojas del corredor que da hacia la derecha a la sala donde Aída espera su llegada.El resto de la semana no le importa, sola, atada a su cama y a vagos recuerdos que en momentos de delirio recorren su vaciada cabeza, se deja, sin dirigir el más leve balbuceó a sus posibles confidentes.-Ya llega, ya llega- se oye detrás de la cortina, -Es Viernes, mi querido Mauricio me visitará, ya lo sé, no importa nada más... me muero... mi vida ha sido tirada a la basura... si sólo pudiera reponer lo que me han robado! Yo sé que me porté muy mal pero no me arrepiento de lo que he hecho, solamente, de ya no poder luchar contra lo que me pasa.La enfermera le avisa que hoy podrá dar un paseo por el Jardín. Rápido, apresurada se pinta frenéticamente los labios de rojo, se baña del más barato de los perfumes y sale a correr, como un perro al que le sacan la correa en la plaza, , una vez que la doctora decide liberarla.Su huida continúa sin reparo hasta atravesar todo el corredor, desembocando en la escalinata trasera del hospital, y al terminar de bajar el último de los escalones, se paraliza, mira las rosas, desconfiada se les acerca, se arrodilla y huele una, con delicada prestancia... una voz susurra a sus oídos, -es él grita, - gira sobre sí misma y se abalanza sobre la hierba.-Mauricio, te amo... Perdoname mi amor... Nunca debí presumir de tu compañía... Sé que fuiste el único que me amó...Abraza fuertemente el árbol, donde con algunas gotas de cordura hace algún tiempo escribió su nombre y no deja de deshacerse en halagos a su amado...-El paseo ha concluido, debes regresar a tu cuarto... -Señala la enfermera...-Mauricio- lo llama desde el sueño liviano... Ven... por favor... y llora sin lagrimas.Casi instantáneamente... Mauricio... oye sus suplicas del otro lado del mundo y despierta gimiendo y sudado, como de una pesadilla.-Algo me dice que debo regresar a Buenos Aires- Se dice, y como amparado por un mágico instinto, se levanta a tomar un café.Toma el teléfono y recuerda una vez más aquel viejo alojamiento de San Telmo, donde conoció a aquella mundana princesa...

jueves, 12 de marzo de 2009

Secuela Vengativa (Cap. II)


CAPITULO II

Muy lejos de su enfermedad, del otro lado del Océano, Mauricio Pineda, recordaba su pasado pasional y su historia de joven adinerado que se había enamorado por primera vez de una muchacha para nada convencional.
Su misma madre la había calificado de “mujer de mundo”, aunque a él poco le importó, en dicho momento, perder su herencia por correr detrás de "un poco más que una prostituta".

Aída nunca había tenido padre. Su madre había quedado embarazada a los trece años y aunque siempre había vivido en la calle, jamás soportó que su hija acabara en la misma vida miserable que ella.
Por eso, una tarde, cuando se enteró de que Mauricio no era el yerno que ella siempre había soñado para su hija sino uno más de una larga lista de clientes, prefirió condenar al odio y al olvido a su hija, que recordar nuevamente, su vida en la vida de su hija.
Nunca volvió a verla.
Aída continuó su relación comercial con Mauricio quien a cambio de ser el único que se deleitara con su delicada belleza, la mantenía.
Sin embargo, Aída nunca fue fiel a su promesa y continuó trabajando solo por la mera ambición de conseguir aún más dinero del que ya le sobraba.
Tiempo después, los negocios de Mauricio lo ubicaron fuera del país por más de diez años... Había decidido rehacer su vida lejos de su pasado.

Trece años después recibió una carta de Aída en el que le imploraba que volviera, que se hallaba internada y que no la dejarían irse... Sus palabras parecían vanas, para él ya nada tenía sentido, él se había casado y ya no regresaría.
- Aída, ¿enferma? No puede ser cierto - se jactó antes de tirar en el cesto de los desperdicios aquel maltrecho sobre que tanto había viajado desde Buenos Aires a Londres.
-¡Cómo pudiste hacerme esto Aída!, yo fui el único que alguna vez te amó realmente en tu vida- gimoteó. Por un instante, su corazón sintió que la herida que había logrado cicatrizar a fuerza de tiempo y distancia, nuevamente se retorcía. Instintivamente como alejar fantasmas, recordó que ella lo había alejado de su lado.
Aída había recorrido una vida llena de placeres y llena de una vanidad sin límites. Su belleza cautivaba a los hombres, quienes darían su vida por tener una única noche para contemplar su beldad insoslayable. No obstante nunca pudo ofrecer tanta hermosura a quien no la quisiera por mero deseo.
Muchas veces, -es cierto- sintió afecto y en hasta algunas ocasiones llegó a sentir cariño por alguno de sus compañeros, mas jamás llegó a deslizarse de sus labios la palabra amor...

Hoy un halo de tristeza supera su fortaleza y la hace romper en llanto por las noches, momento en el que puede desahogarse sin culpas.
En la sala donde Aída espera una ayuda divina o una muerte algo más digna de la que sabe que va a recibir, se encuentran más de doce personas, en distintas situaciones, con diferentes pesares pero ninguno en tan delicada situación.
Sus días casi siempre se revuelcan en la misma secuencia que supera el límite de lo vital y lo infernal: estudios, revisaciones, cócteles de drogas y sufrimientos que siente que, lo único que hacen es ayudarle a perder la dignidad.
La cortina grisácea es su columna vertebral, la que generalmente se halla cerrada para poder aislar su resentimiento del mundo que tan solo pasos de la cama en la que reposa, crea vida y muerte.Sin embargo, ya no se defiende de los ataques de los médicos, ya no siente dolor, ya no piensa en escapar algún día del siniestro infierno en el que se halla sumida, sólo piensa en que mañana nuevamente podrá -si la enfermera se lo permite- volver a pasear por los soleados senderos del verde jardín. Será nuevamente viernes y entonces piensa que -tal vez Mauricio vuelva a visitarla como la semana pasada... Ya no siente el resentimiento del amor, ya no quiere volver a pensar en todos los amantes que tuvo su vida, sólo quiere poder ver a Mauricio, mañana, como todos los viernes desde hace dos años...

viernes, 6 de marzo de 2009

Secuela Vengativa


CAPITULO I

Tengo un problema bastante grave, en mis cuarenta años de vida no he encontrado a la persona indicada para compartir mi soledad.
O lo que es peor aún, tal vez la encontré muy joven y la dejé pasar.
Hoy con estas cuarenta primaveras a la rastra, se me hace muy difícil seguir respirando, estoy llena de tristeza y melancolía por aquel pasado intempestuoso en el que dejé mi juventud en caprichos y demasiada vanidad.
Si, vanidad, el peor de todos los castigos, ya que la gente no se te acerca por el contenido, sino por la forma, por la apariencia.
Muchos podrán interrogar si alguna vez amé realmente, y podría contestar que sí, aunque no viene al caso que sentía yo, sino los demás por mí.
Ahora postrada en mi cama, La espero, solo quisiera sentir su abrazo compasivo, que me demuestre que aun así, nunca nadie tendrá, ni sentirá lástima por mí.

La hora me está llegando, ya me voy al infierno, pero conmigo voy a arrastrar a todos aquellos que en mi vida se rieron de mi inocencia, me pagarán toda la vida de joven y de vieja madura que no pude disfrutar.
Ellos sentirán el peso de mi venganza... yo lo aseguro. Mi mal no será en vano, como tampoco la muerte por infección.

En una sucia y fría cama de hospital público, Aída espera a la Muerte, sabe que tampoco ella sentirá compasión por un cuerpo desgastado por todos los maltratos dados en una vida llena de excesos y drogas.
No se arrepiente de haber pasado una vida tan promiscua, ni tan sufrida, ni tan “tirada a la basura” como le dijo su madre la última vez que la vio, allá por el año 81, cuando le juró que prefería enterrar viva a su hija que conservar el horrible recuerdo que le estaba dejando en aquel deplorable estado.
Aquella irrevocable decisión de su madre, llena de dolor, le hizo comprender que ya no la volvería a ver. Sin embargo, la desafiante petulancia de Aída le hacía creer que no necesitaba más que su persona, que nadie valía tanto en su vida como ella misma y que “las personas iban y venían, sin que nadie muriera por ello”

..........................................................(continuará...)