Bienvenidos a Trazos de Letras

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miércoles, 19 de noviembre de 2008

El jarrón de la tía Eulalia


Bajo la gris mañana bonaerense, brilla uno de los tantos conventillos del barrio de Dock Sud. Su aspecto, trasciende los años y se ubica en una de las innumerables esquinas que pueblan el lugar...
Pero aquella casona, de cuatro habitaciones, con chapones oxidados y ventanas con mosquitero verde, es más que una precaria construcción donde en alguna época, hoy lejana, habitaron los inmigrantes europeos.
Porque en uno de sus cuartos vive ella, mi tía Eulalia, la que no ha cambiado desde que llegó de Italia, la que se niega a abandonar su lengua natal, y a la que únicamante comprendo, cuando quiere hacerse entender.
La quiero entrañablemente, y aunque muchas veces la hice rabiar, sabe que nunca haría algo que la lastimara.
-Los tiempos han cambiado mucho, querido - solía decirme cuando la inflación trepaba a las nubes.
-La vida es otra, pero todavía se puede, y hay que seguir.
Estos consejos calmaban mi angustia y me hacían pensar que si ella pudo una vez superar tantos obstáculos, yo también tenía que poder...
Y tenía tanta razón: "Los tiempos cambiaron", nada es lo que era, ni siquiera ella, aquella mujer valerosa que arremetió contra el hambre, la guerra y la tristeza: Hoy, no es la que fue.
Ahora está enferma, casi no come y llora mucho.Extraña su Italia, extraña su juventud y sobre todo, la presencia de mi tío.-La vida es otra- dice, pero ya no agrega a su frase, el "todavía se puede". Porque no alcanza la plata. Porque los impuestos atrasados nos están comiendo el hígado de a poco...
Por mi parte, hago lo que puedo, y aun así, en vano.Mi tía no deja de mirar el único recuerdo que le quedó de su vieja Calabria: Un jarrón. El jarrón que guarda los secretos de su vida. Solo él es capaz de sacarle una leve sonrisa cuando sabe que la situación cada día es peor.
Hace una semana, me ha pedido que lo cambie de su cuarto al comedor, porque no soporta la idea de despegarse un momento de su añorable pasado.
Por suerte ya casi no llora, ha reemplazado sus lágrimas por la observación minuciosa y meláncolica de aquel objeto de porcelana... Aunque pensándolo bien, no sé qué es peor.
Hoy comienza un nuevo mes y con él, las penurias.
La tía Eulalia no se lamenta más, tampoco habla. Sabe que mañana vence la hipoteca, aunque no se lo hayan dicho. Sabe que es el fin, y que ni yo, ni nadie, sabe qué diablos haremos ahora.
Trato de calmarme delante de ella, pero a su mirada no puedo mentirle... Baja su mirada, mira al jarrón, y se enfrasca por última vez en el mundo de sus recuerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Jarrón aparece como humanizado, mantiene a Eulalia con esperanzas, pero como dice Galán de Barrio, no se puede vivir del recuerdo y eso detiene su vida para siempre. Besos

12 de diciembre de 2008